Vamos para ocho meses en el calendario y no estoy trazando la temporada actual del béisbol organizado. Don Quijote en estos tiempos le hubiera comentado a su inseparable Sancho sobre lo bárbaro e inverosímil de cosas veredes que muchos ni nos imaginamos se iban a vivir en el siglo 21 en los Estados Unidos.
Vivimos en un momento embarazoso de aversión, enemistad, odio, tirria y muchas palabras más que pudiéramos listar que bajo ningún concepto se deberían aceptar en el mundo de hoy.
Como en la antigua Grecia y Roma, hoy en los Estados Unidos entre tantos tipo de ataques que se han vuelto de moda cuanta estatua y monumentos hay a través de los 50 estados --ojo que llegara en su momento la ola a sus territorios – se anda levantando cuanta excusa posible para su destrucción.
La historia es historia y cada cual con sus ideas pero si un latino desea escapar de esta triste realidad uno de pocos lugares donde hay deferencia y respeto es en los diamantes del deporte del guante y el bate. El mejor béisbol no solo es apellidos Blackmon, Harper, Kershaw, Turner y Trout sino también en los terrenos están entre tantos los Altuve, Arenado, González, Lindor, Machado, Molina y Puig. El que bien lee sabe por donde voy en esta columna y eso que no estoy viajando lejos en este escrito con los Gregorius, Ichiro, McCutchen y Stanton-Cruz.
Nada es sorpresa en estos instantes pero hay uno que buscará hacer daño. Los latinoamericanos no importa donde y el tiempo que lleven residiendo en las 50 estrellas son objetivo de una minoría con actual onda de fervor de desprecio y rencor.
Nadie debe olvidar que en la Gran Manzana del lado Yankee del Bronx en Monument Park junto entre otros DiMaggio, Mantle, Mattingly y Ruth están también los Jorge Posada, Mariano Rivera y Bernie Williams.
Un número de estatuas que obviamente son de orgullo latinoamericano y a su vez son de honra en las ciudades donde dieron sus grandeza como peloteros están hoy erigidas las de Luis Aparicio y Minnie Miñoso en el Guaranteed Rate Field en Chicago; Rod Carew en Target Field, en Minnesota; Orlando Cepeda y Juan Marichal en AT & T Park en San Francisco; Roberto Clemente en PNC Park en Pittsburgh y Tany Pérez en el Great American Ball Park en Cincinnati.
Todo esto una muestra de la huella del latino que viene a dar lo mejor en los Estados Unidos y hay que proteger lo nuestro .
Por cierto, es hora que no más homenajes especiales como en los Juegos de Estrellas del 2001 y esta campaña en Miami. Que verdadero fanático del béisbol no conoció a estas fechas un Vladimir Guerrero, Edgar Martínez, Iván ‘Pudge’ Rodríguez y Omar Vizquel. Hoy andan marcando historia entre otros Adrian Beltré y Albert Pujols y ojo con jovenes entre otros José Abreu, Carlos Correa y Marcell Osuna. El latinoamericano es especial de por si.
Una sola voz de unidad en tiempos difíciles es poder. Como posible hubiese dicho otro grande Felo Ramírez …. los latinoamericanos nos llevamos la cerca.
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